Importancia de los modelos hidrogeológicos conceptuales y sus implicaciones en la gestión del agua

Por: Guadalupe Ibarra Olivares 1,2, Raúl Miranda Avilés1, María Jesús Puy y Alquiza1, Edgar Ángeles Moreno1, Pooja Kshirsagar1

Resumen 
Los Modelos Hidrogeológicos Conceptuales (MHC) permiten visualizar de forma sencilla los elementos y características reales de un sistema hidrogeológico. La importancia de los MHC en cualquier tipo de actividad relacionado con la geología del subsuelo requiere de un MHC bien sustentado que permita conocer el número y tipos de acuíferos presentes en un área determinada, la posible interrelación entre ellos e incluso, determinar si en el área de estudio se cuenta o no, con la presencia de agua subterránea ya que una deficiente interpretación del MHC generará siempre incertidumbre en los resultados y por consiguiente errores en la toma de decisiones, lo cual impacta negativamente en la sociedad. Algunos casos específicos a nivel local, en donde la minería cobra especial interés, debido a las controversias con los grupos de usuarios quienes refieren, que su fuente de agua está siendo presuntamente afectada por el laboreo de las obras mineras. Algunos casos, en los que se han desarrollado estudios hidrogeológicos que incluyen un MHC, permiten identificar afectaciones a fuentes de aguas superficiales o subterráneas y son determinantes para la toma de decisiones o solucionar conflictos sociales.

Abstract
The Conceptual Hydrogeological Model (MHC) allows to visualize in a simple way the real elements and characteristics of a hydrogeological system. The importance of MHCs in any type of activity related to underground geology requires a well-supported MHC that allows knowing the number and types of aquifers present in a given area, the possible interrelationship between them and even determining whether in the area study whether or not it has the presence of groundwater since a poor interpretation of the MHC will always generate uncertainty in the results and therefore errors in decision-making, which has a negative impact on society. There are some specific local incidences where mining is of particular interest because of disputes with user groups who claim that their water source is allegedly being impacted by mining operations. There are some cases, in which hydrogeological studies have been carried out that include an MHC. These conceptual models allow the identification of effects on surface or groundwater sources and are decisive for decision-making or solving social conflicts.

Introducción
El agua subterránea representa una de las principales fuentes de abastecimiento para el consumo humano, agrícola e industrial en el mundo. El agua subterránea se investiga a través del desarrollo de estudios hidrogeológicos para determinar su origen, movimiento, características físicas, químicas, bacteriológicas, radiactivas e interacción con los suelos y rocas, así como las condiciones que determinan su aprovechamiento y regulación. Los estudios hidrogeológicos implican además la integración de un Modelo Hidrogeológico Conceptual (MHC), que permita visualizar y entender de forma sencilla y simple los elementos y características reales de un sistema hidrogeológico. Por lo que es relevante mencionar, la importancia que tienen los MHC en cualquier tipo de estudio relacionado con la geología del subsuelo. Un MHC bien sustentado es aquel que permita conocer el número y tipos de acuíferos presentes en un área determinada, la posible interrelación entre ellos e incluso, determinar si en el área de estudio se cuenta o no, con la presencia de agua subterránea, ya que una deficiente interpretación del MHC generará siempre incertidumbre en los resultados y por consiguiente, errores en la toma de decisiones, lo cual impacta negativamente en la sociedad. 

Por lo anterior, es necesario contar con un buen MHC que permita caracterizar las unidades hidrogeológicas, ubicar las zonas de recarga y descarga, detectar y caracterizar la existencia de flujos preferenciales entre acuíferos, así como definir los factores que condicionan la hidrodinámica del flujo subterráneo. Los estudios hidrogeológicos que integran un modelo conceptual bien fundamentado son esenciales para la hidrogeología.

Importancia de los (MHC)
Aunado a la escasez de fuentes de agua dulce de fácil acceso, las aguas subterráneas hacen de su localización y monitoreo una actividad de vital importancia en el mundo actual. Es aquí donde los modelos conceptuales y matemáticos calibrados, resultan ser fundamentales, ya que constituyen la herramienta básica a través de la cual se puede evaluar y predecir el comportamiento de los niveles de profundidad  de tan importantes reservorios de agua dulce (Mejías et al., 2011).

La conceptualización de un modelo de aguas subterráneas, es un primer paso en el desarrollo o construcción de modelos conceptuales, ya que se provee un panorama general de los límites de un sistema, es decir, su geometría, propiedades y procesos relevantes, que dan respuesta a las preguntas de investigación, acotando la brecha entre caracterización hidrogeológica y modelación del agua subterránea. Estimar parámetros para la calibración de un modelo numérico, con un inadecuado modelo conceptual, puede conducir a valores de parámetros sesgados, y son un problema al extrapolar las predicciones, así como representar un diferente régimen de estrés dando falsa confiabilidad, es decir, información no controlada en los resultados del modelo. El desarrollo de los modelos conceptuales está basado en la disponibilidad de la información geológica e hidrogeológica como los datos de niveles de pozos (piezometría), concentraciones de elementos traza, etc., pero también de la interpretación de la información por parte de los expertos (Enemark et al., 2019).

Existen estudios hidrogeológicos desarrollados en varios países del mundo (Betancur et al., 2012), (Enemark et al., 2019; García & Arellano, 2012; Gastmans et al., 2012; Mejías et al., 2011), cuyos modelos conceptuales tienen como objetivo principal, mejorar el entendimiento del flujo del agua subterránea y la influencia de las condiciones geológicas. En algunos casos, el sistema para el abastecimiento está compuesto de baterías de pozos que explotan a gran escala un acuífero, como es el caso del Acuífero La Muralla en Guanajuato, México (Ibarra Olivares, 2004), así como en el Acuífero Nimboyores en Costa Rica (García & Arellano, 2012), otros ejemplos en Sudamérica (Thalmeier & Rodríguez, 2022), en acuíferos trasfronterizos US-México (Robertson et al., 2022) o en Europa (Koit et al., 2021; Martin et al., 2020). Muchos acuíferos abastecen a complejos turísticos (Burgos Pérez, 2004; Gondwe et al., 2011), o a grandes ciudades, caso Acuífero de La Muralla, generando conflictos o malestares en comunidades vecinas o aledañas a estas baterías de pozos, así como controversias a nivel municipal, estatal, nacional, e incluso denuncias a nivel internacional (García & Arellano, 2012).

Debido a los conflictos generados por los distintos usos del recurso hídrico, surge la necesidad de desarrollar estudios hidrogeológicos, para conocer la dinámica de los acuíferos, en donde a través de modelos numéricos se pretende evaluar el potencial del acuífero, sólo si se establece claramente un modelo hidrogeológico conceptual (García & Arellano, 2012).

En varios países del mundo existen sistemas acuíferos transfronterizos como el caso de Estados Unidos de América y México, siendo algunos acuíferos compartidos; el Acuífero Hueco-Tularosa, Acuífero del Hueco, Acuífero del Río Bravo, entre otros, (Chávez et al., 1998). En Sudamérica por ejemplo, el Sistema Acuífero Guaraní (SAG), que es un acuífero que incluye los territorios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, donde los mecanismos de gestión están siendo integrados, ya que las legislaciones referentes a los recursos hídricos subterráneos son distintas en los cuatro países (Gastmans et al., 2012). Con esta misma problemática en el sistema trasfronterizos US-México (Robertson et al., 2022) existen esfuerzos para consolidar mecanismos de gestión compartida.

Integración de un modelo hidrogeológico conceptual
La hidrogeología está lejos de ser una ciencia cuantitativa. Sus modelos son hipótesis y predicciones raramente probados. La hidrogeología es una ciencia descriptiva, que intenta ser lo mejor posible cuantitativa, dependiendo de la información disponible, pero sin la posibilidad en la mayoría de los casos de garantizar la exactitud de las predicciones. Por lo que los hidrogeólogos deberían esforzarse por realizar modelos más cuantitativos que cualitativos, con el fin de contestar preguntas de gestión con mayor precisión (Voss, 2005) 

Para realizar un modelo numérico, es necesario primero, contar con un modelo conceptual. Muchos aspectos de los modelos conceptuales no es posible representarlos en un modelo numérico, porque los sistemas hidrogeológicos son muy complejos. Los modelos hidrogeológicos conceptuales, consideran tres aspectos principales; los procesos, la escala y los objetivos  (Betancur et al., 2012).

El propósito de crear un modelo conceptual es simplificar el problema que se está examinando, organizando los datos para que ese sistema se pueda analizar eficazmente (Winkler et al., 2003). La simplificación es necesaria, ya que una reconstrucción completa del sistema es prácticamente imposible. Un modelo conceptual da la idea básica o comprensión de cómo operan los sistemas y procesos en un área determinada  (Betancur & Palacio, 2009).

También, la incertidumbre conceptual es importante en el modelado de flujo de las aguas subterráneas. La prueba de hipótesis es esencial para aumentar la comprensión del sistema, analizando y refutando modelos conceptuales alternativos. Se debe presentar un enfoque sistemático para las pruebas de modelos conceptuales, dirigido a encontrar un conjunto de entendimientos conceptuales consistentes con los conocimientos previos y los datos de observación. Esto difiere del enfoque tradicional, de ajustar los parámetros de un único modelo conceptual (Enemark et al., 2020).

Para la elaboración de un Modelo Hidrogeológico Conceptual (MHC), es imprescindible contar con información geológica como mapas geológicos, secciones geológicas, cortes litológicos de pozos, información geofísica; sondeos eléctricos verticales, sondeos transitorios electromagnéticos, información hidrogeológica; límites permeables e impermeables, monitoreo de la profundidad de los niveles estáticos e historial piezométrico, pruebas de infiltración y pruebas de bombeo. También es necesario considerar el marco hidrológico, clima, exploraciones de campo, etc. Primero, para la integración del modelo hidrogeológico conceptual y posteriormente, para la consolidación del modelo numérico. Con base en la distribución de los pozos con cortes litológicos y el apoyo de los resultados geofísicos de los Sondeos Eléctricos Verticales (SEV´s) se elaboran los perfiles geológicos, que son la base del modelo geológico, para finalmente construir el MHC (García & Arellano, 2012).

La interpretación hidrogeológica de los datos geofísicos es valiosa para determinar la profundidad y el espesor de los horizontes con potencial acuífero y para identificar la posición de las potenciales zonas de recarga (Danielsen et al., 2007).

La estructura física conceptual incluye las unidades hidroestratigráficas, así como la extensión horizontal y vertical del sistema, es decir, una divisoria de cuencas y un límite inferior impermeable, las barreras y/o conductos al flujo de aguas subterráneas (fallas y fracturas) y los subsistemas del sistema de las aguas subterráneas. La estructura de variabilidad espacial, es la descripción de las propiedades hidráulicas invariantes en el tiempo del sistema y su variabilidad espacial.

La Estructura conceptual del proceso, contiene las condiciones de contorno que son variantes de tiempo, tales como flujos dentro y fuera del sistema. Estos pueden ser controlados externamente y en gran medida independientes de la dinámica del sistema de aguas subterráneas (por ejemplo, precipitaciones, tasas de bombeo, niveles de drenaje para la deshidratación de minas, límite lateral de flujo cero) o controlados internamente y en gran medida, dependientes de la dinámica del sistema de aguas subterráneas, por ejemplo interacción agua superficial-agua subterránea, evapotranspiración, etc. independientemente de que el objetivo del modelado deba ser identificado como el primer paso crucial en estudios de modelación (Figura 1). Los mismos autores mencionan que de 59 artículos revisados, sólo 33 definen explícitamente el objetivo del modelo en la introducción de su artículo, lo cual puede ser relevante en algunos aspectos de la conceptualización y menos relevantes para otro tipo de predicción  (Enemark et al., 2019).

Figura 1.- Elementos de un modelo conceptual. En color verde se ilustran los procesos en la estructura conceptual, los elementos en color azul muestran la estructura de variabilidad espacial (representada por la conductividad hidráulica, porosidad, almacenamiento específico y rendimiento específico) y, en color café, se ilustra la estructura física conceptual, que representa la geometría del sistema y la hidroestratigrafía (Modificado de Enemark et al., 2019).

Para el proceso de desarrollo de un modelo numérico, se requiere de una planificación cuidadosa, que incluya una serie de etapas previas a su construcción; primero, la definición del modelo conceptual, que es el primer paso y el más importante. Aquí debe quedar reflejada la idea que se tiene del funcionamiento del acuífero, a la vista de los datos disponibles que condicionarán a su vez, el tipo y nivel de detalle del modelo. En esta etapa se integran los resultados de cada actividad, como información geológica, inventario de aprovechamientos, monitoreo de niveles estáticos, pruebas hidráulicas, integración geológica-geofísica. 

La definición del modelo conceptual debe contemplar los siguientes puntos: Litología, número de unidades que lo constituyen, composición mineralógica, tipo y origen de su permeabilidad, geometría de cada unidad litológica (distribución, extensión y espesor). Hidrogeología (términos del balance general del acuífero, delimitación de zonas de recarga y descarga, direcciones del flujo, identificación de espesores de las zonas saturadas y no saturadas, interacciones entre los diferentes horizontes acuíferos, características hidráulicas de la unidad, grado de permeabilidad, potencial hidráulico basado en las evidencias encontradas en campo y relaciones hidráulicas con otras unidades, funcionamiento hidráulico de las distintas unidades, entre otras (Perea Hernández, 2017).

Figura 2.- Diagrama de flujo para el desarrollo de un modelo hidrogeológico conceptual, el cual es la base para la realización del modelo numérico de un acuífero (Modificado de Winkler et al., 2003). 

Desde el punto de vista físico, un acuífero puede ser subdividido en dos componentes: una estática y otra dinámica. La componente estática, representada por las rocas y su arquitectura geológica que controla el movimiento de la componente dinámica, el agua, la cual ocupa los poros o espacios vacíos de las rocas, (Figura 2), (Winkler et al., 2003).

Es importante mencionar, que la componente dinámica del sistema está en función de la componente estática, es decir, el flujo o movimiento del agua subterránea está en función del marco geológico regional y local en el cual está inserto el o los acuíferos (Gastmans et al., 2012).

Un modelo conceptual (Gonçalves, 2016), es una herramienta bastante valorizada en hidrogeología, una representación simplificada de unidades hidrogeológicas y del sistema de flujo de aguas subterráneas (Betancur et al., 2012). Estos aspectos hidrogeológicos son determinados a través de estudios geológicos y ensayos hidráulicos y corresponde a una representación en forma de bloque diagramático o un perfil (Gonçalves, 2016).

Los modelos conceptuales también incluyen características tales como, parámetros hidráulicos de cada unidad, posiciones de los niveles freáticos o piezométricos y también las condiciones de flujo del agua subterránea. Además, se deben identificar las áreas y procesos de recarga y las reservas deben ser evaluadas. 

La calidad de los modelos hidrogeológicos depende de la calidad de la información que se pueda recabar para su construcción, y esta a su vez depende de la disponibilidad de los recursos financieros. Es importante señalar que un modelo hidrogeológico contiene muchos elementos cualitativos y las interpretaciones son subjetivas. La prueba de su validez solo puede lograrse implementando técnicas de investigación específicas y luego construir un modelo numérico y comparar los resultados de la simulación con las observaciones de campo (Betancur et al., 2012).

Por otro lado, la recopilación de nuevos datos puede invalidar un modelo conceptual original, al revisar la teoría científica o como resultado de nueva información obtenida en un sitio en particular. Esto ocurre en el 20-30% de los casos estudiados, lo que indica que no es fácil construir un modelo hidrogeológico adecuado (Betancur et al., 2012).

Para la construcción de un modelo hidrogeológico conceptual es relevante contar con la descripción litológica de los diferentes pozos perforados. Sin embargo, mucha de esta información carece de uniformidad en su descripción y es necesario entonces uniformizar criterios, ya que en gran número de cortes litológicos de pozos no es posible comparar y correlacionar algunas capas u horizontes. Esto se logra realizando una visualización a través de la elaboración de secciones transversales y paneles de correlación que permitían corroborar la descripción litológica de un pozo con respecto a otros adyacentes (Mejías et al., 2011).

Con la información de la localización espacial de los pozos y la utilización de algún software como el Ground Water for Windows (GWW), se elaboran secciones transversales, a fin de visualizar e identificar el modelo hidrogeológico conceptual para la evaluación del acuífero, así como la secuencia vertical de las capas que componen el área de estudio. Posteriormente, la unión de varias secciones transversales, facilitan la creación de paneles de correlación de una determinada zona del área de estudio; estos paneles de correlación permiten obtener una buena idea del comportamiento de las distintas secuencias litológicas, ya no sólo a lo largo de una línea de sección sino a través de todo un bloque diagramático en tres dimensiones del área seleccionada (Mejías et al., 2011).

Hidrogeoquímica y conexiones hidráulicas entre acuíferos
La hidrogeoquímica es una herramienta muy útil para identificar las conexiones y los flujos ascendentes entre acuíferos por medio de los contenidos de cloruros y sulfatos que pueden aumentar rápidamente en las transiciones entre acuíferos (Gastmans et al., 2012).

Por ejemplo, la hidrogeoquímica en diversos trabajos ha demostrado la interacción roca/agua, o la mezcla de las aguas provenientes de los acuíferos (Gastmans et al., 2012) o en conjunto con estudios isotópicos permite la identificación de las áreas de recarga, y descarga, mezcla de aguas de los diferentes acuíferos, direcciones del flujo (Lu et al., 2008; González-Ramón et al., 2013; Summa 2011; Haile & Abiye, 2012), o incluso el uso de los isótopos ambientales y los iones mayores, han revelado la conexión directa de manantiales termales con cuerpos de agua superficiales (Haile & Abiye, 2012).

Implicaciones de los MHC en la gestión integral del agua
Los acuíferos internacionales transfronterizos, presentan problemáticas diversas al ser compartidos entre 2 o más países. La normatividad y criterios sugeridos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para estos acuíferos, permiten establecer las bases legales para construir la estrategia para la gestión sostenible, por lo que es relevante generar la información técnica básica necesaria, para establecer una estrategia de gestión conjunta de las aguas subterráneas transfronterizas. (Arreguín et al., 2018). 

De acuerdo al análisis del marco legal que regula las aguas subterráneas en México, Estados Unidos, Belice, Guatemala, estos países no cuentan con regulación específica sobre acuíferos transfronterizos. Existen diferencias entre los 4 países para definir, por un lado, las unidades geohidrológicas y por otro, el número de acuíferos transfronterizos compartidos. Existe una falta de información técnica y legal de los acuíferos transfronterizos con Belice, Guatemala y EUA. (Arreguín et al., 2018).

Por ejemplo, en la zona norte de la sierra de Chiapas, existen manantiales kársticos ricos en sulfuros, cuyas características físicas, geológicas, hidrológicas y químicas se integran en un modelo hidrogeológico conceptual y se estima un origen meteórico, definido a partir de su firma isotópica. El modelo conceptual indica que el agua de manantial salobre fluye a una profundidad de 2000 m, de acuerdo a las características químicas similares al agua producida de un pozo petrolero cercano a esta zona. En general se identifica la mezcla de tres acuíferos en función de las concentraciones de B, Li+, K+ y SiO2, las temperaturas del agua y las presiones de CO2., lo cual implica, la contaminación debido a la mezcla de agua profunda con agua más somera (Rosales Lagarde et al., 2014). Esta conexión hidráulica, se evidencia por los flujos ascendentes a través de las diferentes discontinuidades, como fallas y fracturas y deberá implementarse un sistema de gestión del agua, tomando como base su calidad.

Figura. 3.- Modelo Hidrogeológico Conceptual de la mina Natividad, Capulálpam de Méndez, Ixtlán, Oaxaca, (modificado de Murillo et al., 2007).

La gestión de las aguas subterráneas en medios kársticos, se basa en una comprensión hidrológica limitada del acuífero. Las heterogeneidades geológicas que controlan el flujo de agua, frecuentemente no están suficientemente mapeadas. Dado que los acuíferos kársticos son muy vulnerables a la contaminación, la protección de las aguas subterráneas y la gestión del uso de la tierra son cruciales para preservar los recursos hídricos y mantener los servicios de los ecosistemas. 

En la Península de Yucatán se utilizó la simulación de modelos múltiples, que es uno de los acuíferos kársticos más grandes del mundo. El acuífero es la única fuente de agua dulce disponible para los usuarios humanos y los ecosistemas de la Península. Una de las áreas protegidas más grandes de México es la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, que depende de las aguas subterráneas, es alimentada por la delgada capa de agua dulce del acuífero. El aumento de las extracciones de agua subterránea y la contaminación amenazan los recursos de agua dulce y, en consecuencia, la integridad del ecosistema de esta área natural protegida y su entorno. Se implementaron siete diferentes modelos conceptuales a escala de cuenca. Los modelos demostraron que los humedales de Sian Ka’an se alimentan de aguas subterráneas. Las cantidades de agua en los humedales y la dinámica de las inundaciones están determinadas por la mayor captación de agua subterránea (Gondwe et al., 2011).

Aplicación de los Modelos Hidrogeológicos Conceptuales (MHC) en la Minería
El agua subterránea se mueve a través de los materiales del subsuelo, y pocas veces se cuenta con la información sobre la cantidad y calidad del recurso hídrico en un área determinada, por lo que es importante contar con el apoyo de un hidrogeólogo, que genere, analice e interprete la información hidrogeológica básica, a fin de realizar un manejo adecuado de las aguas subterráneas.

Existen casos específicos a nivel local, en donde la minería cobra especial interés, debido a las controversias con otros grupos de usuarios quienes refieren, que su fuente de agua está siendo presuntamente afectada por el laboreo de las obras mineras. Sin embargo, existen algunos casos, en los que se han desarrollado estudios hidrogeológicos que incluyen un MHC. Estos modelos conceptuales, han permitido determinar esa posible afectación a fuentes de aguas superficiales o subterráneas y ha sido determinante en la toma de decisiones.

Un caso específico es el Estudio Hidrogeológico en Calpulálpam de Méndez, Ixtlán, Estado de Oaxaca  (Murillo et al., 2007), cuyo objetivo fue analizar las condiciones hidrogeológicas de la zona y, entre otras, determinar la posible relación del laboreo de la mina Natividad, con la merma y desaparición de manantiales, así como la posible afectación a un arroyo denominado la “Y”, que actualmente abastece de agua potable a la población, ya que se refiere, existe un sistema estructural de fallas y fracturas que podrían ser interceptadas por las obras mineras. Con el apoyo del MHC se llegó a la conclusión de que no existían evidencias técnicas, que indicaran que el laboreo en la mina Natividad pudiera afectar el caudal del aprovechamiento de agua superficial en estudio. (Figura. 3).

De acuerdo al Informe de Sustentabilidad 2021 de la Cámara Minera de México (CAMIMEX, 2021), la minería es una actividad esencial para impulsar el desarrollo social, cultural y económico del país, fundamental en las actividades industriales y económicas, y, además, responsable de los avances en la calidad de vida actual. Su objetivo está orientado hacia la sustentabilidad y el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones Unidas al 2030. 

La minería moderna en México trabaja en minimizar su huella ambiental, con inversiones en la reducción del uso del agua, mediante el tratamiento y reciclado de la misma.

Puesto que una parte importante de la minería en el mundo, se realiza en zonas áridas o semiáridas la disponibilidad de agua y la competencia por este recurso hídrico escaso, constituye un aspecto primordial en la minería sustentable. La sobreexplotación de cualquier acuífero, tarde o temprano llegará a su agotamiento, especialmente en zonas donde la recarga es muy baja (Oyarzún & Oyarzun, 2011). 

Por lo anterior, es relevante definir los modelos hidrogeológicos conceptuales de cada área de estudio en donde se pretenda llevar a cabo una obra o actividad, la cual tenga relación directa con el subsuelo.

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1.Universidad de Guanajuato, Departamento de Minas, Metalurgia y Geología
2.Servicio Geológico Mexicano